El Psicoanálisis
Sigmund Freud, padre de la teoría psicoanalítica, es una de las figuras intelectuales más
destacadas del siglo XX. La premisa básica de la teoría psicoanalítica es que gran parte de
lo que el individuo piensa y hace está dirigido por procesos inconscientes. A pesar de sus
deficiencias como teoría científica, el informe psicoanalítico de la personalidad sigue
siendo la teoría de la personalidad más completa e influyente de todos los tiempos. Su
impacto se extiende mucho más allá de la psicología, y está presente en las ciencias
sociales, las humanidades, las artes y la sociedad en general. Aunque hoy en día el papel
de la teoría psicoanalítica es menos destacado que hace cincuenta o sesenta años,
muchas de sus ideas han pasado a formar parte de la ideología dominante del
pensamiento psicológico.
Freud nació el 1856 en Freiberg, una pequeña ciudad de Moravia, Su familia se trasladó a Viena cuando él tenía pocos años
de edad. Estudió en el Gymnasium de esta ciudad y en la Facultad de Medicina. Fue un
joven inquieto, con muchos y variados intereses intelectuales: asistió a cursos de
filosofía, leyó los clásicos grecolatinos y genios literarios como Shakespeare, Cervantes o
Goethe. Tanto de los antiguos como de los modernos admiró la capacidad para conocer
las auténticas motivaciones del comportamiento humano.
acabados los estudios de medicina, en 1885 aceptó una beca para ir a estudiar
en París. Allá conoció al neurólogo Charcot. Los métodos que usaba para tratar la
histeria le mostraron cómo los síntomas histéricos podían ser desplegados por sugestión
hipnótica, es decir, sin la intervención consciente del paciente. El hecho de que en las
sesiones de hipnosis se manifestaran los motivos traumáticos que el paciente
desconocía contribuyó directamente al descubrimiento del inconsciente.En 1886, de regreso a Viena, la amistad con el psiquiatra vienés Joseph Breuer se
convirtió en una fructífera colaboración. Además de ayudarlo económicamente, su
experiencia en el tratamiento de la histeria fue decisiva en la carrera de Freud. En 1892
una paciente (Elisabeth von R.) le induce a usar por primera vez el método de la
asociación libre de ideas. Tres años después publica, en colaboración con Breuer,
Estudios sobre la histeria. Este mismo año hace el primer análisis de un sueño, y en 1896
utiliza por primera vez el término “psicoanálisis”.
Freud desarrolló en dos obras fundamentales el estudio de las manifestaciones del
inconsciente: los sueños, los lapsus, los chistes y los síntomas de las enfermedades
psíquicas en general. Estas obras son: La interpretación de los sueños (1898) y
Psicopatologia de la vida cotidiana (1901).
Según el propio Freud, el término de psicoanálisis designa tres cosas: 1) Un método de
investigación y análisis de ciertos procesos mentales, prácticamente inaccesibles por
cualquier otro medio. 2) Una técnica de tratamiento –una terapéutica– de los trastornos
neuróticos basada en ese método de investigación. 3) Un cuerpo de saber psicológico,
cuya acumulación tiende a formar una nueva disciplina científica y a sustituir, en parte, a
la psicología clásica. (Es decir, no sólo una terapéutica de los casos “anormales”, sino
también una teoría científica de la actividad psíquica “normal”, ya sea individual o
colectiva.)
El psiquismo
humano posee todo un arsenal de recursos, los mecanismos de defensa ante el conflicto,
que ayudan a transformar las energías pulsionales, a desviarlas de su fin, a disfrazarlas
de forma que puedan aparecer a nivel consciente, sin que éste se dé cuenta de ello y las
reprima de nuevo. Para Freud, «no somos capaces de renunciar a nada. Sólo sabemos
cambiar una cosa por otra». Esa es la razón profunda de la existencia de toda esta serie
de mecanismos. He aquí los más importantes:
LA SUBLIMACIÓN: permite desviar las pulsiones sexuales o agresivas hacia fines
superiores, que presentan un cierto valor social. La sublimación es comparable a la
acción del hombre que transforma una corriente de agua, que podría ser devastadora,
en una fuente de energía eléctrica. De algunos cirujanos o carniceros podría decirse, por
ejemplo, que han sublimado una cierta agresividad sádica. Freud ve como principales
actividades de sublimación la artística y la intelectual. Este mecanismo desempeña un
papel muy importante en la adaptación del individuo a su medio, al permitir una
adaptación social que no perjudique el desarrollo personal.
LA FANTASÍA: traslado de una pulsión reprimida al plano imaginario con el fin de
satisfacerla, simbólicamente, por medio de la creación de imágenes. Pueden ser diurnas
–más o menos conscientes– y nocturnas –sueños–. En su aspecto patológico –en el
delirio, por ejemplo– ayuda al enfermo a soportar su neurosis (al mismo tiempo que la
alimenta). Es indudable que la fantasía artística tiene su origen en este mecanismo.
EL DESPLAZAMIENTO: traslado de la energía de una pulsión de su verdadero objeto a un
elemento sustitutivo que esconde su anterior significado. Tal procedimiento permite
reducir la tensión y evita el gasto de energía psíquica que necesitaría su represión. El
niño que se chupa el dedo pulgar, a falta del pecho de la madre, actúa por
desplazamiento. El subordinado que recibe una reprimenda sin poder responder, y al
llegar a casa grita a su mujer porque la sopa está demasiado fría, se comporta según el
mismo principio. Y precisamente por el hecho de que se elaboran por desplazamiento (y
condensación), los sueños nos parecen incomprensibles.
LA PROYECCIÓN: expulsión de sí mismo y localización en otras personas o cosas de las
cualidades, sentimientos y deseos que el propio sujeto desconoce o rechaza como
propios. Así, un sujeto deprimido acusará a los que le rodean de estar de mal humor. Del
mismo modo, muchas religiones proyectan en sus dioses sentimientos, razonamientos y
conductas humanas. El delirio de persecución y el pensamiento supersticioso tienen
idéntico origen.
LA REGRESIÓN: retorno a una etapa superada del desarrollo psíquico, en la que el sujeto
queda fijado. Se manifiesta por actitudes y comportamientos característicos de un nivel
de edad inferior. La enuresis (incontinencia de orina), que coincide a menudo con el
nacimiento de un hermano menor, es un ejemplo de conducta regresiva.
Todos estos mecanismos inconscientes actúan y se encuentran en la vida psíquica
cotidiana –lapsus, actos fallidos–, en los sueños, en los síntomas neuróticos y, como
veremos posteriormente, en las más altas actividades espirituales, como el arte y la
religión. Su conocimiento permitirá al psicoanalista descifrar todo ese lenguaje simbólico
a través del análisis de los desplazamientos, proyecciones, sustituciones, etc., para poder
leer lo que hay por debajo de él y llevarlo a un nivel consciente.
LA REPRESIÓN: aunque es también un mecanismo de defensa, debe distinguirse de los
demás por ser, precisamente, el más importante. Es el principal medio de defensa que
tiene el Yo ante las pulsiones reprimidas. Para Freud, «la teoría de la represión es la base
sobre la que reposa el edificio del psicoanálisis» (Ensayos de psicoanálisis). Los otros
mecanismos de defensa tienen su origen en el carácter, a menudo insuficiente y
peligrosamente no definitivo, de la defensa represiva.